Al norte del África oriental alemana se extendían los feraces territorios de Uganda y Kenia, que despertaban la ambición conjunta de Inglaterra y Alemania. Aquella región había empezado a hacer visitada por misioneros cristianos, los cuales fueron muy mal recibidos por los indígenas que eran de fe musulmana. Como protesta por las actividades de estos misioneros, los indígenas se rebelaron y derribaron a su dirigente el cual pidió la ayuda de los ingleses. Estos se mostraron dispuestos a concederla, pero su intervención llego demasiado tarde. Los ambiciosos alemanes del África oriental se les adelantaron, ocupando la capital de Uganda y firmando un pacto con el soberano depuesto, colocándole a él y a su país bajo la protección del Imperio Alemán.
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